FASCISMO:El término proviene del
italiano fascio (‘haz,
fasces’), y éste a su vez del
latín fasces (plural de fascis).
El proyecto político del fascismo es instaurar un
corporativismo estatal
totalitario y una
economía dirigista,
[1] [2] mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, un
nacionalismo fuertemente identitario con componentes
victimistas que conduce a la
violencia contra los que se definen como enemigos por un eficaz aparato de
propaganda, un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el
espectro político (izquierdas o derechas), lo que no impide que habitualmente la historiografía y la ciencia política sitúen al fascismo en la
extrema derecha y le relacionen con la
plutocracia, identificándolo algunas veces como un
capitalismo de Estado,
[3] o bien lo identifique como una variante
chovinista del
socialismo de Estado[4]Se presenta como una «tercera vía» o «
tercera posición»
[5] que se opone radicalmente tanto a la
democracia liberal en crisis (la
forma de gobierno que representaba los valores de los
vencedores en la
Primera Guerra Mundial, como
Inglaterra,
Francia o
Estados Unidos, a los que considera «decadentes») como al
movimiento obrero tradicional en ascenso (
anarquista o
marxista, este último escindido a su vez entre la
socialdemocracia y el
comunismo, que desde 1917 tenía como referente al proyecto de
Estado socialista que se estaba desarrollando en la
Unión Soviética); aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio:
El fascismo tiene sus enemigos agrupados en estos tres frentes: el
social-
comunista, el
demoliberal-
masónico y el
populismo católico.
Revista F. E. 1933
[9]El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos
regímenes políticos totalitarios o
autoritarios[6] de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las
potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la
Segunda Guerra Mundial.
De un modo destacado y en primer lugar a la
Italia fascista de
Benito Mussolini (
1922) que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la
Alemania del III Reich de
Adolf Hitler (
1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la
España Nacional de
Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde
1936 hasta
1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania
nazi o
nacional-socialismo añade un importante componente
racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más esencial, tanto que
Trevor-Roper ha podido definir el término
fascismo clerical (entre los que estaría el
nacionalcatolicismo español).
[7]Puede considerarse que el
fascismo italiano es un totalitarismo centrado en el
Estado:
El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Mussolini
[8]Mientras que el
nazismo alemán está centrado en la
raza identificada con el
pueblo (Volk) o Volksgemeinschaft (interpretable como comunidad del pueblo o comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al Estado):
Ein Volk, ein Reich, ein Führer!
«¡Un Pueblo, un Imperio, un Guía!»
También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del
período de entreguerras, tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la organización
Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue
Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los
Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica y antisemita. Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos minoritarios, en la mayor parte de los casos marginales (denominados
neofascistas o
neonazis), que reproducen idénticos o similares planteamientos, o que mimetizan su estética y su retórica; a pesar de (o precisamente como reacción a) la intensa demonización a que se sometió a la ideología y a los regímenes fascistas, considerados principales responsables de la guerra que condujo a algunos de los mayores desastres humanos de la historia. En muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan su existencia, sus actuaciones (especialmente el denominado
crimen de odio), su propaganda (especialmente el
negacionismo del
Holocausto) o la exhibición de sus símbolos.
COMUNISMO:El comunismo (De común
[1] ), entendido como organización social, es una doctrina basada en la comunidad de bienes y en la
colectivización de los instrumentos de producción y la riqueza producida por los mismos. Ello implica la supresión de la
explotación y de la
mercancía, y con éstas la desaparición de las
clases sociales y del Estado.
[2] [1]El Comunismo,
[3] entendido como movimiento socio-político, es un conjunto de corrientes y agrupaciones cuyo principal objetivo histórico es la revolución comunista que suprima la sociedad capitalista y establezca la sociedad comunista. Los diversos individuos y grupos comunistas coinciden en la necesidad de suprimir la propiedad privada (especialmente la de los
medios de producción) y en la emancipación social del
proletariado.
Por motivos históricos, el comunismo se ha identificado exclusivamente con el
marxismo-leninismo. Sin embargo, existen doctrinas también comunistas (algunas previas al
marxismo-leninismo, otras contemporáneas y otras posteriores) tales como el
anarcocomunismo con fundamento en posturas
sociobiologistas (
Piotr Kropotkin,
Aldous Huxley), el
comunismo de consejos de base marxista pero no leninista, el
comunismo cristiano premoderno y moderno (
Tomás Moro,
Gerrard Winstanley), variantes secularizadas del
comunismo religioso milenarista (
Gabriel Bonnot de Mably,
Morelly) y movimientos no revolucionarios como el de las
comunas hippies y los
kibbutz israelíes, entre otros.
[4]